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.Según mis noticias, los familiares de la Inquisición tienen órdenes deecharte mano con la máxima discreción. ¿Te han dicho por qué?Saldaña miró al capitán de soslayo. Ni me lo han dicho, ni quiero saberlo.Por cierto: han identificado a la mujer que apareció muerta el otro díaen la silla de manos.Se trata de una tal María Montuenga, que servía como dueña a una novicia delconvento de la Adoración Benita.¿Te suena? En absoluto. Ya me imaginaba yo el teniente de alguaciles reía quedo, entre dientes.Y mejor así, pese a tal, porque setrata de un asunto bien turbio.Dicen que la vieja andaba en tercerías, y que ahora está la Inquisición de pormedio.Eso tampoco te sonará de nada, imagino. De nada. Ya.También se habla de algunos muertos que nadie ha visto, y de cierto convento patas arriba en mitad deun zafarrancho que ningún vecino recuerda. volvió a mirar de soslayo a Alatriste.Hay quien relacionatodo eso con el auto de fe del domingo. ¿Y tú? Yo no relaciono.Recibo órdenes y las cumplo.Y cuando nadie me cuenta, circunstancia que en este casocelebro mucho, me limito a ver, oír y callar.Que no es mala postura en mi oficio.En cuanto a ti, Diego,quisiera verte lejos de todo esto.¿Por qué no has ahuecado de la Corte? No puedo.Íñigo.Saldaña lo interrumpió con un fuerte juramento. No sigas.Ya he dicho que no quiero saber nada de tu Íñigo y de ninguna otra maldita cosa.Respecto aldomingo, algo sí puedo decirte: manténte aparte.Tengo orden de poner a todos mis alguaciles, armados hastalos dientes, a disposición del Santo Oficio.Haya lo que haya, ni tú ni la santa madre de Dios podréis moverun dedo.Pasó ante ellos la rápida sombra negra de un gato.Estaban cerca de la torre del hospital de la Concepción, yuna voz de mujer gritó «agua va».Se apartaron, prudentes, oyendo el chorro del orinal vaciarse desde arriba,en la calle. Una última cosa dijo Saldaña.Hay un fulano.Cierto espadachín del que debes precaverte.Por lo visto,en este negocio, paralela a la trama oficial hay trama oficiosa. ¿En qué negocio?. en la oscuridad, Alatriste torcía el mostacho, burlón.Acabo de oírte decir que nosabes nada. Vete al diablo, capitán. Con el diablo quieren madrugarme, por cierto. Pues no te dejes, diantre Saldaña se acomodó mejor el herreruelo sobre los hombros, y las pistolas y todoel hierro que llevaba al cinto tintinearon lúgubremente.Ése de quien te hablo anda haciendo pesquisas sobretu paradero.También ha reclutado a media docena de bravoneles para filetear tus asaduras sin que tengastiempo a decir hola.El fulano se llama. Malatesta.Gualterio Malatesta.Volvió a sonar la risa queda de Martín Saldaña. El mismo confirmó.Es italiano, creo. De Sicilia.Una vez hicimos un trabajo juntos.O más bien lo hicimos a medias.Después nos tropezamosun par de veces. Pues no le dejaste buen recuerdo, voto a Cristo.Creo que te tiene muchísimas ganas. ¿Qué más sabes de él?VOL.II: LIMPIEZA DE SANGRE129LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN ALATRISTE Poca cosa.Cuenta con padrinos poderosos y es bueno en su oficio de matarife.Por lo visto anduvo enGénova y Nápoles degollando mucho y bien por cuenta ajena.Dicen que hasta lo disfruta.Vivió un tiempoen Sevilla, y en Madrid lleva cosa de un año.Si quieres puedo hacer algunas averiguaciones.Alatriste no respondió.Habían llegado al extremo del Prado de Atocha, y ante ellos se extendía ladespoblada oscuridad de los huertos, el campo y el arranque del camino de Vallecas.Se quedaron un ratoquietos, oyendo el chirriar de los grillos.Al cabo fue Saldaña quien habló de nuevo. Ten cuidado el domingo dijo en voz baja, como si el lugar estuviese lleno de oídos indiscretos.Noquisiera tener que ponerte grilletes.O matarte.El capitán seguía sin decir nada.Continuaba inmóvil, envuelto en su capa, el ala del chapeo oscureciéndoleaún más el rostro.Saldaña suspiró ronco, dio unos pasos como para irse, suspiró de nuevo y se detuvo con unmalhumorado voto a Dios [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.Según mis noticias, los familiares de la Inquisición tienen órdenes deecharte mano con la máxima discreción. ¿Te han dicho por qué?Saldaña miró al capitán de soslayo. Ni me lo han dicho, ni quiero saberlo.Por cierto: han identificado a la mujer que apareció muerta el otro díaen la silla de manos.Se trata de una tal María Montuenga, que servía como dueña a una novicia delconvento de la Adoración Benita.¿Te suena? En absoluto. Ya me imaginaba yo el teniente de alguaciles reía quedo, entre dientes.Y mejor así, pese a tal, porque setrata de un asunto bien turbio.Dicen que la vieja andaba en tercerías, y que ahora está la Inquisición de pormedio.Eso tampoco te sonará de nada, imagino. De nada. Ya.También se habla de algunos muertos que nadie ha visto, y de cierto convento patas arriba en mitad deun zafarrancho que ningún vecino recuerda. volvió a mirar de soslayo a Alatriste.Hay quien relacionatodo eso con el auto de fe del domingo. ¿Y tú? Yo no relaciono.Recibo órdenes y las cumplo.Y cuando nadie me cuenta, circunstancia que en este casocelebro mucho, me limito a ver, oír y callar.Que no es mala postura en mi oficio.En cuanto a ti, Diego,quisiera verte lejos de todo esto.¿Por qué no has ahuecado de la Corte? No puedo.Íñigo.Saldaña lo interrumpió con un fuerte juramento. No sigas.Ya he dicho que no quiero saber nada de tu Íñigo y de ninguna otra maldita cosa.Respecto aldomingo, algo sí puedo decirte: manténte aparte.Tengo orden de poner a todos mis alguaciles, armados hastalos dientes, a disposición del Santo Oficio.Haya lo que haya, ni tú ni la santa madre de Dios podréis moverun dedo.Pasó ante ellos la rápida sombra negra de un gato.Estaban cerca de la torre del hospital de la Concepción, yuna voz de mujer gritó «agua va».Se apartaron, prudentes, oyendo el chorro del orinal vaciarse desde arriba,en la calle. Una última cosa dijo Saldaña.Hay un fulano.Cierto espadachín del que debes precaverte.Por lo visto,en este negocio, paralela a la trama oficial hay trama oficiosa. ¿En qué negocio?. en la oscuridad, Alatriste torcía el mostacho, burlón.Acabo de oírte decir que nosabes nada. Vete al diablo, capitán. Con el diablo quieren madrugarme, por cierto. Pues no te dejes, diantre Saldaña se acomodó mejor el herreruelo sobre los hombros, y las pistolas y todoel hierro que llevaba al cinto tintinearon lúgubremente.Ése de quien te hablo anda haciendo pesquisas sobretu paradero.También ha reclutado a media docena de bravoneles para filetear tus asaduras sin que tengastiempo a decir hola.El fulano se llama. Malatesta.Gualterio Malatesta.Volvió a sonar la risa queda de Martín Saldaña. El mismo confirmó.Es italiano, creo. De Sicilia.Una vez hicimos un trabajo juntos.O más bien lo hicimos a medias.Después nos tropezamosun par de veces. Pues no le dejaste buen recuerdo, voto a Cristo.Creo que te tiene muchísimas ganas. ¿Qué más sabes de él?VOL.II: LIMPIEZA DE SANGRE129LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN ALATRISTE Poca cosa.Cuenta con padrinos poderosos y es bueno en su oficio de matarife.Por lo visto anduvo enGénova y Nápoles degollando mucho y bien por cuenta ajena.Dicen que hasta lo disfruta.Vivió un tiempoen Sevilla, y en Madrid lleva cosa de un año.Si quieres puedo hacer algunas averiguaciones.Alatriste no respondió.Habían llegado al extremo del Prado de Atocha, y ante ellos se extendía ladespoblada oscuridad de los huertos, el campo y el arranque del camino de Vallecas.Se quedaron un ratoquietos, oyendo el chirriar de los grillos.Al cabo fue Saldaña quien habló de nuevo. Ten cuidado el domingo dijo en voz baja, como si el lugar estuviese lleno de oídos indiscretos.Noquisiera tener que ponerte grilletes.O matarte.El capitán seguía sin decir nada.Continuaba inmóvil, envuelto en su capa, el ala del chapeo oscureciéndoleaún más el rostro.Saldaña suspiró ronco, dio unos pasos como para irse, suspiró de nuevo y se detuvo con unmalhumorado voto a Dios [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]